Mi final alternativo del relato de Abelardo Castillo
"Hernán"
por Jacinta Choque.
El día de los estudiantes, en el patio de la escuela, mis
compañeros vieron a la señorita Eugenia hablar con mis padres acerca de cómo era yo, a
la vez los felicitaba por el desempeño que tenía en literatura. Cada vez que ella hablaba de mí, me miraba de una forma
rara. De pronto me guiñó un ojo de manera picaresca, sin temor a que mis amigos
la vieran hacer esas tonterías. A tal punto me llegó a molestar mucho su
forma de actuar, sin importar que la vieran.
Él pensó que debía seguirle la corriente, porque podría
sospechar que algo raro pasaría si no le respondía sus insinuaciones. La
apuesta seguiría adelante sin importar realizarle esta tremenda canallada a la
señorita Eugenia.
Por esto, sin pensarlo, él la invitó a caminar por el Parque Sarmiento. Los amigos murmuraban burlonamente entre ellos, la pobre infeliz
cayó en los brazos de Hernán. Antes de irse por completo le dice a uno que
estaba por ahí:
- Prestáme las llaves del auto.
Y me fueron prestadas. Le dije que me esperara detrás del
parque, porque quería invitarla a un lugar que era súper especial para mi.
-Hernán
-¿Qué quieren?-pregunté
Y me dijeron la apuesta, ojo con la apuesta, y yo les dije
que sí, que si me acordaba.
Recuerdo que al salir de ahí, mi corazón estaba angustiado
porque iba a destrozar los sentimientos de una persona dulce, y a la cual yo
he tratado de confundir con mis acciones. Qué hacer, ahí estaba sentadita
esperándome a que llegara por ella.
La invité a las sierras para que viera el atardecer, ella
sabía que estaba haciendo mal, pero no le importó porque había sido feliz
aunque sea un momento. La miré a los ojos, y fui sincero con la señorita
Eugenia. Le conté que todo esto había sido un juego pero no sé en que momento
esto cambió. Le dije que todos me veían como un héroe y un ganador. Al
principio fue así pero la inocencia e ingenuidad que tenía la señorita le hizo
cambiar de parecer. Le dije que la admiraba mucho porque tiene un corazón muy
grande pero estaba confundido con lo que sentía.
Me acuerdo que me miró fijamente y me dio las gracias. Y
sinceramente no entendía por qué, si le conté que iba a cometer la peor de las
canalladas y cuando fuera al otro día todos se enterarían de que la apuesta había
sido concluida.
Entonces me dijo de vuelta: "Gracias. Gracias por no romperme
el corazón". Me confesó que ella también había pensado que estaba viviendo un
cuento de fantasía, y que se sentía alagada porque un joven la veía como una
mujer y no como todos la llamaban "la vieja".
Ella lo entendió y le dijo que mañana cuando entren al aula, él cuelgue esta bolsita como trofeo de que la apuesta había sido cumplida. Y
ella pediría el traslado a otro colegio para evitar comentarios maliciosos.
Y así fue, al otro día hice lo que habíamos dicho y todos en
el salón me felicitaron y pedían que contara con detalles cómo lo había pasado.
Y yo respondí: "la apuesta la hice y no voy a divulgar lo que hice".
FIN.....
Gracias profesora Erika por incitarme a expandir mis
habilidades de redactar y buscar cómo uno puede llegar a cambiar un final muy
drástico a uno no tanto.
Jacinta Choque.